El carnaval dominicano provoca grandes manifestaciones folklóricas y culturales
del pueblo. Cada mes de febrero miles de personas “bailan en la calle de noche y
de día”, como reza el famoso merengue que interpreta Fernando Villalona, para
celebrar la fiesta que despierta de manera apasionada las formas tan diversas
que tienen los dominicanos para expresarse. Una gran cantidad de caretas y
disfraces de vistosos colores se exhiben en los desfiles de carnaval, así como
carrozas y comparsas que muestran el sentir de cada comunidad.
El carnaval del Distrito Nacional es el centro de las actividades oficiales, iniciándose con el acto aislado de la coronación del Rey Califé. En pleno apogeo colonial se celebraban los carnavales, pero también como culminación de grandes acontecimientos y festividades religiosas.
El carnaval se transforma a partir del presente siglo, sobre todo a mediados, con los cambios sociales, económicos, politicos y urbanos de la ciudad, donde el pueblo surgirá como un protagonista fundamental. Allí se acondicionan plazas para numerosos eventos y la zona se convierte en una enorme fiesta que se prolonga por varios días. Concluye
con un gran desfile por el malecón de carrozas y comparsas de colores
llamativos al ritmo de merengue, deslumbrando a los espectadores y
contagiándolos con su baile.
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